jueves, 29 de diciembre de 2011

Cuando Sarmiento mató a Vicente López

Sucedió en 1893. Quien años después sería gobernador de San Juan, el coronel Carlos Sarmiento, mató en un duelo al nieto del autor del Himno Nacional. Lucio Vicente López había promovido una causa contra Sarmiento por la compra de unas tierras en Buenos Aires. Y como era común entre las élites de esa época, más allá de los trámites judiciales, la cuestión de honor se resolvió en un duelo a muerte.

Desde fines del siglo XIX y hasta las primeras décadas del siglo XX, los miembros de la elite política y social argentina se batían a duelo con frecuencia.
Tan extendida estaba la práctica del insulto y del duelo que era raro encontrar una personalidad pública, un parlamentario, un hombre de letras o un acaudalado, que no se hubiera visto involucrado por lo menos una vez en las denominadas “cuestiones de honor”.

Pero el duelo en particular del que nos vamos a referir tuvo características muy especiales. Los motivos fueron varios.

1) Porque a diferencia con otros duelos que terminaban “a la primera sangre”, este culminó con la muerte de uno de los protagonistas.
2) Porque el muerto era nada menos que el nieto del autor del Himno Nacional Argentino, hijo de un historiador destacado y él mismo un escritor y hombre público de gran prestigio.
3) Porque el matador era un coronel del Ejército que años después sería gobernador electo de San Juan y jefe de un partido político.

Todo sucedió en 1.893, cuando gobernaba el país Luis Saenz Peña. Aristóbulo del Valle, que trataba de salvar del incendio al presidente, designó a López interventor de la indómita provincia de Buenos Aires. Había que revisar ciertas ventas de tierras públicas, concesiones de ferrocarriles y gestiones bancarias poco claras. A los pocos días se denunció la venta de un campo que se destinaba al ensanche del ejido de Chabuco con un préstamo del Banco Hipotecario Nacional. Por ley, esos terrenos debían ser subdivididos, no adjudicados en un solo lote a persona alguna. Sin embargo, los había comprado el coronel Carlos Sarmiento, secretario privado del ministro de Guerra, Luís María Campos.
López promovió una acusación criminal. La cuestión Sarmiento y las tierras de Chacabuco ganó las primeras planas. El coronel Sarmiento fue detenido durante tres meses en el departamento de policía provincial. Pero una oportuna sentencia lo absolvió de los entuertos hipotecarios y ordenó su libertad. Los amigos del coronel lo homenajean con una cena en el restaurante “Flobet” de La Plata, donde vitupera al doctor López. A continuación López publica una carta acusadora en “La Prensa”. Ya no era interventor de la provincia. Pensó que le correspondía retar a duelo a su ofensor. Eso hizo.
Carlos Sarmiento
López recoge el guante enviando a sus padrinos Francisco Beazley y el general Lucio V. Mansilla, todos ellos miembros del Club del Progreso. El coronel Sarmiento hizo lo propio con el contralmirante Daniel Soler y el general Francisco Bosch. Los padrinos no solo tenían la misión de fijar las armas y las reglas, sino de determinar las intenciones finales. Muchísimos duelos fueron solo convenciones donde dos disparos al aire lavaban el honor mancillado. Otros eran a primera sangre, cuando una incisión en la piel enemiga era suficiente para detener el lance. Pocos duelos en la historia argentina fueron a muerte. Este fue uno de ellos.

Los padrinos de ambos contendientes concluyeron que el duelo no era necesario. Ni siquiera era menester que se hicieran los dos disparos convencionales al aire. Ni a primera sangre, ni nada. Pero, quién sabe cómo, se convino un duelo a muerte. La noticia del duelo conmovió a Buenos Aires. El 28 de diciembre cerca del mediodía los carruajes conduciendo a los protagonistas, familiares y algunos curiosos, se detuvieron cerca del Hipódromo de Belgrano (Hoy Avenida Luis Maria Campos). Allí los padrinos se reunieron en un último intento de parar esta locura. Hubo murmullos, idas y venidas, cabezas gachas y una negativa. Los doctores Padilla y Decaud, vestidos de negro, se miraban circunspectos. El general Bosch medía los doce pasos reglamentarios. Mansilla y Soler revisaban las pistolas Arzon elegidas para esta circunstancia. Eran las 11:10 de la mañana.

Sarmiento y López se midieron a la distancia. Era la primera vez que se veían cara a cara. Se escucharon los dos primeros disparos y los contrincantes quedaron ilesos. Ahí podría haber terminado todo. Pero el duelo era a muerte. Se volvieron a cargar las pistolas. Nuevamente la cuenta regresiva. Resonaron los disparos y se vió a López caer tomándose el abdomen. El balazo le atravesó el bazo y el hígado. En la madrugada del 29 de diciembre de 1894, el autor de La Gran Aldea murió en su casa de Callao 1852.

El coronel Sarmiento fue juzgado por un magistrado llamado Navarro y el fiscal Astigueta. El laudo judicial decía así:
1) El duelo verificado entre los señores Dr. Lucio Vicente López y coronel Sarmiento ha sido llevado a cabo sin la condición expresa de que debía efectuarse a muerte, lo que exime al procesado de las responsabilidades determinadas en el artículo 117 del código Penal, por cuanto para la aplicación del citado articulo sería menester la condición expresa mencionada
2) Que por el contrario de los términos del acta resulta que el propósito de los padrinos ha sido disminuir las probabilidades de un desenlace fatal , pues figura en el citado documento una cláusula clara y terminante que estatuye que solo se cambiarían dos balas entre los combatientes.
Vicente López
3) Que el hecho de haber tenido el lance el resultado de que instruye el presente sumario, no da ni puede dar lugar a presumir que el propósito de los padrinos ha sido concertar un duelo a muerte.
Los inculpados se presentaron al Juez y en el término de cuatro horas quedaron todos en libertad, incluso el mismo coronel Sarmiento.
Sarmiento, como ninguno de los que participaron en el duelo, sufrió sanción alguna. Su vida siguió dentro del ejército donde siempre fue valorado como un eficaz artillero y topógrafo. En 1905 abandonó el servicio activo y tuvo participación en la política provincial. Fue el jefe del Partido Popular y en 1907 encabezó una revolución en San Juan en la que derrocó al Gobernador Godoy. Fue gobernador de la provincia desde 1908 a 1911. Posteriormente se radicó en Zarate de donde fue intendente. Dejó de existir en esa ciudad a los 54 años en 1915.
En el cementerio de la Recoleta una escultura del francés Jean Alexander Falguière recuerda a Lucio Vicente López sobre un sarcófago de mármol. Tenía 44 años cuando murió.

Fuente: sanjuanalmundo.com

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