sábado, 27 de marzo de 2010

La vida en el Buenos Aires virreinal

"En las calles de Buenos Aires no se ven, en las horas de la siesta más que médicos y perros". Así describía a la Gran Aldea un viajero francés. Y es que el pasatiempo preferido de los porteños era dormir la siesta. Tampoco había mucho que hacer. Las actividades principales eran la ganadería y el comercio, que se manejaban con poca mano de obra y una visita cada tanto a los lugares de producción y servicio. Ir de shopping llevaba muy poco tiempo. Bastaba atravesar la Plaza de la Victoria (actual plaza de Mayo) y recorrer la Recova donde estaban los puestos de los "bandoleros", como se llamaba entonces a los merceros frente a una doble fila de negocios de ropa y novedades.

Las diversiones

Convocaban por igual a ricos y pobres las corridas de toros. En 1791 el virrey Arredondo inauguró la pequeña plaza de toros de Monserrat (ubicada en la actual manzana de 9 de julio y Belgrano) con una capacidad para unas dos mil personas. Pero fue quedando chica, así que fue demolida y se construyó una nueva plaza para 10.000 personas en el Retiro en la que alguna vez supo torear don Juan Lavalle.

El pato, las riñas de gallo, las cinchadas y las carreras de caballo eran las diversiones de los suburbios orilleros a las que de tanto en tanto concurrían los habitantes del centro. Allí podían escucharse los "cielitos", que eran verdaderos alegatos cantados sobre la situación política y social de la época.

Las damas también gustaban de las corridas de toros pero preferían el teatro, la Opera y las veladas, que eran reuniones literarias y musicales realizadas en las casas. Eran la ocasión ideal para conseguir novio.

Los negros
Apenas siete años después de la segunda fundación de Buenos Aires, en 1587, se produjo el primer desembarque de africanos esclavos en Buenos Aires. Las travesías del Atlántico eran terribles. Viajaban amontonados sin las más mínimas condiciones sanitarias, mal alimentados y sometidos a la brutalidad de los traficantes.

Buenos Aires era una especie de centro distribuidor de esclavos. Desde aquí se los vendía y se los llevaba a los distintos puntos del virreinato. En Buenos Aires a los esclavos negros se los ocupaba sobre todo en las tareas domesticas como sirvientes en las casas de las familias más adineradas.

A pesar de la esclavitud, los negros de Buenos Aires y Montevideo no perdieron sus ganas de vivir e hicieron oír sus candombes y milongas y aportaron palabras a nuestro vocabulario como mucama, mandinga (el diablo) y tango.

El teatro
Una vez a la semana "la parte más sana del vecindario", como definía el Cabildo a sus miembros, es decir, los propietarios porteños, concurría al teatro para asistir a paquetas veladas de ópera y a disfrutar de las obras de teatro de Lavardén. Desde que la inaugurara el Virrey Vértiz en 1783, la Casa de Comedias, conocida como el Teatro de la Ranchería, se transformó en el centro de la actividad lírica y teatral de Buenos Aires hasta su incendio en 1792. En 1810 pudo reabrirse el Coliseo Provisional de Comedias dando un nuevo impulso al arte dramático.

El primer periódico de la colonia y la primera censura a la prensa
Durante el virreinato de Joaquín del Pino comienza a publicarse en Buenos Aires El Telégrafo Mercantil, el primer periódico de nuestra historia. El numero 1 apareció el primero de abril de 1801. Pero como el periódico decía cosas que molestaron al poder, fue clausurado por orden del virrey en octubre de 1802.

Las comunicaciones
Muy lejos del teléfono y la internet, los habitantes del virreinato se comunicaban por carta. Pero, ¿cuánto tardaba en llegar una carta a destino? Dependiendo lógicamente de las distancias, desde una semana a seis meses.

Las cartas eran llevadas a caballo a través de las postas, donde descansaban los mensajeros y cambiaban de caballo. Desde Buenos Aires tres veces por año salía un hombre a caballo hacia Chile, otro hacia el Perú y otro al Paraguay. Así que... había que armarse de paciencia. Con el tiempo aparecieron las galeras tiradas por varios caballos que transportaban pasajeros y correspondencia, acelerando los tiempos de llegada de las cartas.

En 1747 se creó el correo, pero recién con la apertura del puerto se regularizo la correspondencia con España.

El Consulado
Durante el virreinato de Arredondo se creó el Consulado en 1794, un organismo destinado a organizar la vida económica de la Colonia. Controlaba a los comerciantes para que no aumentaran injustificadamente sus precios y para que no engañaran a sus clientes con los pesos y medidas de sus mercaderías.

El primer secretario fue un joven criollo que había estudiado en Europa las más modernas teorías económicas, Manuel Belgrano, quien en los informes anuales del consulado aconsejara a las autoridades fomentar la industria y las artes productivas.

Fuente: www.elhistoriador.com.ar

sábado, 20 de marzo de 2010

Los aborígenes: ¿humanos o inferiores?




Esa era la pregunta que se hicieron los conquistadores de las Américas ante la iniciativa de una nueva cruzada para evangelizar a los aborígenes del lugar. La iglesia debía enfrentar un gran dilema de aquellos tiempos: ¿eran estos seres que habitaban aquellas tierras de raza humana, o una especie inferior? Y por ende: ¿tenían los aborígenes alma?


Esta concepción nace a partir de las observaciones que realizan los conquistadores sobre las tribus aborígenes. Veían en ellas todo tipo de rituales macabros y bárbaros, en los que se incluían los sacrificios humanos. Estas actitudes, para la cosmovisión del hombre conquistador, rebajaban a los aborígenes de la condición humana.
Esta degradación de raza, ayudó a justificar que los aborígenes eran esclavos por naturaleza… haciendo uso indiscriminado de ellos de manera brutal.


A pesar de estos hechos, personajes como Las Casas, Antonio Montesinos y Carlos Quinto intentaron frenar esta discriminación de razas, haciendo contra a la esclavitud. Cabe destacar, que en 1550 surgió la famosa Controversia de Valladolid, en la cual se establecería si los aborígenes eran humanos, o de una raza inferior.


Fuente: sobrehistoria.com

martes, 2 de marzo de 2010

Hipólito Bouchard


Hipólito Bouchard nació el 15 de enero de 1780 en Bormes, cerca de Saint Tropez (Francia). Desde muy pequeño se incorporó a la marina y en un barco francés llegó a Buenos Aires para quedarse en 1809, pocos meses antes del comienzo de la Revolución de Mayo.

Bouchard, un liberal francés, pronto comenzó a sentir una profunda simpatía por las ideas expresadas por el sector más radical de la Junta, liderado por Mariano Moreno, y puso sus conocimientos navales a disposición de la revolución. El gobierno lo nombró segundo comandante de la recientemente creada flota nacional.

El 2 de marzo de 1811, el Combate de San Nicolás de los Arroyos constituyó el bautismo de fuego de la nueva escuadra. Lamentable fue una derrota.

El 3 de febrero de 1813, otro bautismo de fuego, el del Regimiento de Granaderos a Caballo al mando de San Martín en San Lorenzo, encontrará nuevamente a Bouchard dispuesto a todo. Dice San Martín en el parte de guerra: "una bandera que pongo en manos de V.E. y que arrancó con la vida del abanderado el oficial don Hipólito Bouchard".

San Martín tomará nota de la actuación del temerario francés y lo tendrá muy en cuenta a la hora de recomendárselo al almirante Guillermo Brown para hostigar a los españoles en el Pacífico y preparar de esa manera el asalto final sobre Lima.

En 1815, comenzó la campaña de guerra de corso dirigida por Brown, con la fragata "Hércules" y el bergantín "Santísima Trinidad" acompañado por la corbeta "Halcón" al mando de Bouchard.

Ya en octubre de 1815, pudieron apresar fragatas españolas y bloquear y atacar el puerto de El Callao. Siguieron viaje y atacaron las fortificaciones cercanas a Guayaquil. En 1816, volvieron a bloquear la entrada al puerto de El Callao y hundieron la fragata española Fuente Hermosa.

Pero la etapa más novelesca de la vida de Bouchard estaba por comenzar. Mitre la resumió de esta manera: "...Una campaña de dos años dando la vuelta al mundo en medio de continuos trabajos y peligros, una navegación de diez o doce mil millas por los más remotos mares de la tierra, en que se domina una sublevación, se sofoca un incendio a bordo, se impide el tráfico de esclavos en Madagascar, se derrota a piratas malayos en Macasar, se bloquea a Filipinas, anonadando su comercio y su marina de guerra, se domina parte de Oceanía imponiendo la ley, a sus más grandes reyes por la diplomacia o por la fuerza; en que se toma por asalto la capital de la Alta California, se derrama el espanto en las costas de México, se hace otro tanto en Centro América, se establecen bloqueos entre San Blas y Acapulco, se toma a viva fuerza el puerto de Realejo apresándose en este intervalo más de veinte piezas de artillería, rescatando un buque de guerra de la Nación y aprisionando o quemando como veinticinco buques enemigos…".

El 9 de julio de 1817, zarpó la fragata La Argentina -anteriormente una nave española llamada Consecuencia de la cual se habían apoderado- al mando del capitán Bouchard, desde la ensenada de Barragán para cumplir un crucero de corso, que habría de durar dos años.

Navegando por aguas del Atlántico Sur, llegó a Madagascar y frustró el embarco de esclavos que estaban a punto de concretar tres buques ingleses y uno francés.

La Argentina siguió navegando rumbo a las Filipinas para perjudicar el tráfico comercial de los buques españoles. Rechazaron el ataque de cinco buques piratas malayos.

En las islas Hawai, Bouchard se entrevistó con el rey Kamehameha y firmó un tratado haciéndole reconocer la Independencia Argentina, proclamada por el Congreso de Tucumán. El rey hawaiano gobernaba las islas hacía treinta años y los viajeros lo llamaban el Napoleón de la Polinesia. Había logrado formar una confederación de las islas hawaianas con capital en Karakakowa. Kamehameha le proveyó a Bouchard 100 marinos y le devolvió la goleta Chacabuco, capturada por sus hombres. La flota compuesta ahora por franceses argentinos y hawaianos, puso proa a California, y llegó a su capital, Monterrey, el 22 de julio de 1818. Tras duros combates, logró tomar el fuerte y hace flamear la bandera de Belgrano por seis días en California. Tras el ataque a Monterrey, las tropas de Bouchard arrasaron la misión de San Juan, Santa Bárbara y otros poblados españoles de alta y baja California. El 25 de enero de 1819, bloqueó el puerto de San Blas y atacó Acapulco de México. En Guatemala destruyó Sonsonate y capturó bergantines españoles. En Nicaragua, tomó Realejo, el principal puerto español en los mares de Sur, y se apoderó de cuatro buques españoles. Bajó hacia el Perú siguió hostigando las posiciones españolas sobre el Pacífico. Las naves de Bouchard llegaron el 9 de julio de 1819 al puerto de Valparaíso, justo a tiempo para integrarse a la flota que San Martín preparaba para tomar Lima.

La travesía de La Argentina había durado dos años. Durante ese tiempo, Bouchard y su gente sostuvieron trece combates navales, capturaron o destruyeron veintiséis buques y decomisaron la carga de cuatro barcos negreros –y liberaron a sus prisioneros- y de dos naves inglesas y una de los Estados Unidos.

Por: Felipe Pigna
Fuente: www.elhistoriador.com.ar