Para poder conocer el pasado, los historiadores cuentan con distintos elementos que les brindan información sobre un determinado momento de una sociedad: las fuentes históricas. Prácticamente cualquier elemento que provenga de una sociedad del pasado nos puede aportar información útil para conocerla, si se lo estudia correctamente. Entre las distintas fuentes históricas que puede haber podemos destacar algunas:
· Fuentes escritas: documentos oficiales (hechos por gobiernos) o privados (cartas, memorias), periódicos, obras literarias.
· Fuentes gráficas: obras de arte, fotografía, filmes, etc.
· Fuentes monumentales: monumentos, edificios, restos arqueológicos de poblados, etc.
· Fuentes orales: relatos de los protagonistas, leyendas transmitidas oralmente.
· Fuentes naturales: restos humanos, restos de animales o plantas domésticas, evidencias de cambios climáticos.
Hay que tener en cuenta que las fuentes históricas en base a las que se hace historia presentan algunos problemas. Muchas veces son escasas, o están incompletas o dañadas.
En muchos de los casos, lo que hoy es una fuente histórica fue creada en su momento con una intencionalidad determinada (como justificar un acto de gobierno o resaltar la figura de un gobernante), y hay que saber interpretar su grado de verdad (veracidad).
A veces ocurre que hay muchísimas fuentes sobre un tema o período histórico, y el historiador lo que debe hacer es seleccionar y concentrarse en algunas, las que les resulten más importantes dejando de lado otras.
Una vez que el historiador cuenta con la fuente histórica para su estudio, comienza una larga investigación o “crítica”, en la que se analizan todos los aspectos posibles para determinar que no se trate de un elemento falso.
Fuente: sobrehistoria.com
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