Sin embargo, Hernando de Vargas la describe como algo épico y pocas veces visto. El corsario francés. procedente del puerto de la Rochela, fue muy galante con las señoras. respetó sus fealdades, y sólo les robó todo lo que traían. A Hernando de Vargas le dijo, irónicamente, que era un «grande hombre»: cumplido que el español agradeció emocionado, a tal punto que cuando evocó su aventura escribió que el corsario «aunque ladrón y luterano tenía gracia y buen donaire».
Por último el corsario rochelés se despidió de los españoles y los dejó con aquellas «señoras» en el puerto de Bahía el 20 de junio de 1594. Los portugueses llenaron de atenciones a Hernando de Vargas y al cabo de un tiempo pudo trasladarse a Buenos Aires.
Fuente: www.elhistoriador.com.ar
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